A todos los religiosos y religiosas de la Diócesis: La gracia y el gozo del Espíritu estén con ustedes. Con estas breves líneas quiero acercarme a cada uno de ustedes en esta fiesta de la Presentación del Señor, con la que concluye el año de la vida consagrada. Junto con ustedes quiero dar gracias a Dios nuestro Padre, que por pura bondad y gracia ha querido llamarlos a un seguimiento más cercano y de alguna forma más entrañable por la fuerza del Evangelio de Jesucristo. Cada uno de ustedes, en el seno de la familia religiosa a la que pertenece, es una concreta intervención de Dios en la historia de la salvación, que Él realiza en su pueblo, en su Iglesia. En esa acción de gracias a Dios, incluyo de un modo especial cuanto en ustedes y por ustedes el Señor ha querido realizar en esta Iglesia, que peregrina en Canelones. La vida consagrada y la multitud de gracias, carismas y servicios que el Espíritu inspira es una fuente continua de dones de lo alto para nuestro pueblo. El año de la vida consagrada ha sido en parte rociado por la gracia del año de la misericordia. Así somos conducidos al amor fontal, a la misericordia del Padre, de quien procede toda don, todo llamado y toda la misión de la Iglesia. Cada religioso es un fruto de esa misericordia. La vida de cada uno de ustedes está llevada por la misericordia que contemplamos en Jesús, rostro de la misericordia divina – misericordiae vultus –, por cuyo Corazón, costado traspasado, herida de misericordia – misericordiae vulnus – entramos en los tesoros de gracia y bebemos de las fuentes del Salvador. Que cada uno de ustedes sea renovado por esa misericordia de Dios y la pueda testificar de palabra y obra. De esa herida abierta, brota el caudal del Espíritu Santo que nos hace partícipes de la misericordia divina en las obras de misericordia, esas obras que con la caridad de Cristo ustedes están llamados a realizar según el don de cada uno. Que con Jesús, acompañados de Santa María y San José, renovados en el Espíritu Santo sean presentados ante el Padre, como ofrenda pura, santa, agradable a Él. Oremos los unos por los otros, para que en la unidad de la caridad, en el seno de nuestra Iglesia canaria, vivamos la misericordia de Dios y con ella sirvamos a los hermanos. Con el afecto de siempre Alberto, amicus Sponsi, Obispo de Canelones Canelones, 1º de febrero de 2016.
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