Comentario Segundo Domingo de Cuaresma. Introito.
Como ya lo adelantamos se nos ofrecen dos introitos para el segundo domingo de Cuaresma.
Analizamos el que se ofrece en primer lugar.
Notamos que no es el más tradicional. Es un verdadero introito de la tradición gregoriana, pero no iba en este domingo.
Ha sido trasladado aquí por lo que se llama una cuestión de ‘pertinencia’. Va más con el anuncio de la Transfiguración de este segundo domingo. Notemos, sin embargo, que esta elección de ‘pertinencia’, es una concepción un tanto catequética e ilustrativa de la Liturgia.
El texto está tomado del Salmo 26. Está especialmente elegido por el buscar y poder contemplar el rostro del Señor. El Evangelio de Mateo en la Transfiguración dice que el rostro de Jesús resplandecía como el sol.
Hay variantes en la versión del principio, pero de todas formas está la escucha en el corazón a buscar el rostro. El latín usa dos veces una al lado de la otra vultum tuum y una vez faciem (faz).
En el Introito gregoriano el centro destacado, por la extensión de la melodía es quaesivi vultum tuum, (traducción actual: busca, buscad, busquen).
Antes de ello, es de señalar la repetición de notas en do agudo que dan como una repetición, una insistencia,tanto en el dixit como en vultum tuum.
Luego vuelve la casi continuación del texto con la decisión: vultum tuum Domine requiram.
El final descendente contiene la súplica: ne avertas faciem a me (no me escondas tu faz
Aquí nuevamente el versículo es el 1. Por un lado por la afirmación que el Señor es mi luz (illuminatio), con la realidad de la luz, y de la salus (salvación, salud). Porque la transiguración está en el camino hacia la gloria por la cruz.
Por el otro lado es el v. 1 y presume que se continúe con los versículos del salmo.
Introito Reminiscere.
Texto latino: Sal.24, 6.3.22: Reminiscere miserationum tuarum, Domine, et misericordiae tuae, quae a saeculo sunt: ne umquam dominentur nobis inimici nostri: libera nos, Deus Israel, ex omnibus angustiis nostris.
s.24 v.1 Ad te, Domine, levavi animam meam: Deus meus, in te confido, non erubescam.
Español: Recuerda tu ternura, Señor, y tu misericordia que son eternas: nunca nos dominen nuestros enemigos. Sálvanos, Dios, a Israel de todas nuestras angustias.
v. S 24,1.2. A ti levanto mi alma, Dios mío en ti confío, no quede yo avergonzado.
Es una oración sosegada, de súplica. Pone ante el Señor sus actos de misericordias ya realizados (miserationes) y su misericordia permanente. Con misericordia el latín, tradujo éleos del griego y, a su vez, el hesed, el amor del mayor que protege al más débil, con el cual ha hecho alianza, se ha comprometido a defenderlo.
Puede notarse como la música sigue miserationes tuarum/misericordiae tuae, como que aquéllas son la realización de ésta.
El versículo es el v.1 del Sal.24, propio del Introito del Domingo I de Adviento, con el que se abrió todo el año litúrgico (ad te levavi animam meam).
La Divina Liturgia envía y sugiere la oración que va siendo reasumida en diversos momentos.
Con este introito tradicional, se quiere comenzar la celebración del segundo domingo con una oración de confianza, en la misericordia de Dios y con una elevación del alma a Dios.
No sigue pues una idea de pertinencia temática, sino que se une en la oración de mirada hacia Dios.
El Introito Reminiscere se puede escuchar https://www.youtube.com/watch?v=S8BvNcduBnM
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